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Foto: Erica Espinosa Casas.

“Arte en el aire”, así es como el  deportista antioqueño,  Víctor Ortega, define  a su profesión de clavadista; una carrera en la que ha estado por más de 23 años y con la cual ostenta varios títulos en el campo nacional e internacional.

El salto o clavado en natación, es un deporte que consiste en lanzarse al agua desde determinada altura. La historia de esta modalidad, se remonta a la Grecia antigua donde los competidores se lanzaban al mar desde las islas Eólicas.

En 1904, esta disciplina fue acogida por los Juegos Olímpicos, en la cual solo competían varones; las damas fueron aceptadas para esta práctica, solo hasta 1912, en los Juegos Olímpicos de Estocolmo.

Esta práctica deportiva, comenzó a crecer en nuestro país en el año 2000, y desde entonces, Colombia ha tenido una representación especial en el ámbito internacional, dado a que ha tomado tanta fuerza, que se ha caracterizado por ser un deporte tan reconocido como el ciclismo o las pesas.

Foto: Susana Gallo Panesso

Una de las figuras más representativas de este deporte es Víctor Ortega, un joven paisa que nació en el municipio de Rionegro, pero es “hijo adoptivo de Medellín”; creció en un barrio popular al nororiente de la ciudad, superando grandes obstáculos y dificultades, en su vida y su carrera.

A los nueve años comenzó en el mundo de los clavados; primero como recreación y después como profesión, donde ha podido consolidar una carrera con muchos logros, entre ellos: ser el primer campeón Panamericano Junior, primer campeón Mundial Junior, múltiple medallista Panamericano: una plata y dos bronces en diez metros, finalista mundial universitario, campeón Bolivariano, campeón Suramericano, además fue ocho veces mundialista, entre otros reconocimientos.

Foto: Erica Espinosa Casas

Ahora Ortega, tiene una nueva meta, quiere dar un gran impulso y comenzar a lanzarse desde 27 metros de altura; para lograr este sueño, sigue preparándose constantemente, física y emocionalmente.

Para Víctor, ver esa altura lo hace “sentir como un niño”, uno que quiere ser campeón, “un patriota que quiere llevar la bandera de Colombia a todos los rincones y dejar un legado en el deporte, en la familia y en el país, para que haya más clavadistas”.

El deporte le dio la posibilidad no solo de forjar un nombre en el mundo de los clavados, sino también la oportunidad de conocer muchas personas, cambiarse de residencia, de regalarle una casa a su madre, y de dar ejemplo con su historia de vida, porque “nadie decide cómo nace, pero sí cómo vive”. 

Foto: Erica Espinosa Casas

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