Foto: Santiago Márquez / Revista la Eterna Primavera
¿Sabías que el Zoológico Santa Fe cambió su nombre desde el 2020? Ahora el lugar comprometido con la preservación de fauna y flora se llama Parque de la Conservación, y sus labores diarias le hacen honor a su nuevo nombre.
Una mirada al pasado
Al comienzo del siglo XX se alzaban los muros de la casa de la matrona antioqueña Mercedes Sierra de Pérez en la Hacienda Santa Fe. El terrero era atravesado por la quebrada La Guayabala, lo cual favorecía el cultivo de muchos árboles frutales.
Posteriormente en 1951 Mercedes donó la hacienda a la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín (SMP), con la condición de que su casa se convirtiera en un museo y que en los alrededores se creara un parque recreativo. Fue así como el 11 de marzo de 1960 la SMP (sociedad sin ánimo de lucro) fundó el Parque Zoológico de Santa Fe, el cual hoy en día alberga alrededor de 1.000 animales procedentes de América, Asia y África, haciéndolo dueño de una inmensa riqueza fáunica de las que muchas especies se encuentran en peligro de extinción.
Foto: Santiago Márquez/ Revista la Eterna Primavera
Luego de 60 años de trayectoria, el 15 de septiembre de 2020 se convirtió en Parque de la Conservación. El cambio radica en que es un centro para la protección de la fauna silvestre, que pasa de ser un escenario de exhibición de animales, a convertirse en un lugar basado en varias líneas estratégicas, entre las cuales se encuentran la investigación, la restauración de los ecosistemas; la rehabilitación, reproducción, liberación y monitoreo de especies nativas y exóticas víctimas del tráfico o tenencia ilegal; el bienestar animal, con atención médica, nutricional y biológica; la educación ambiental, mediante la acción y la investigación.
El 16 de marzo de 2020 el Zoológico Santa Fe cerró sus puertas a causa de la pandemia. No obstante, el lugar aprovechó el cierre para abrir sus alas y replantearse un modelo el cual migrará de exhibir a preservar animales, para así ser los encargados de su permanencia en el mundo. Jorge Aubad, director del Parque, habló sobre uno de los retos más grandes que tuvo durante la pandemia: “Se necesitaban alrededor de 500 millones mensuales para poder pagar gastos de comida, medicina y nómina de los más de 90 empleados”. Además, expuso que no solo se realizó el cambio de su nombre, sino también “toda su filosofía”.
El tráfico ilegal: el antónimo de la conservación
Colombia tiene el privilegio de poseer una de las faunas más variadas del mundo, debido a su ubicación ecuatorial y a la compleja topografía del país. No obstante, resulta irónico que a su vez seamos uno de los países con mayores índices de tráfico ilegal de fauna y flora del planeta.
El tráfico ilegal de especies es uno de los negocios más lucrativos del mundo: se calcula que se encuentra entre los tres más poderosos, junto con el narcotráfico y el tráfico de armas.
La gran mayoría de animales silvestres llegan al Parque como consecuencia de esta aguda problemática. La labor del Parque de la Conservación es brindarles a los animales que no pueden ser liberados una buena calidad de vida, dándoles positivas respuestas a todas sus necesidades de salud y bienestar.
Foto: Santiago Márquez/Revista la Eterna Primavera
Nuestra responsabilidad
El 23 de septiembre de 1977 en Londres, se realizó la discusión sobre los Derechos de los Animales, en la cual el artículo 2 enuncia: “El hombre, en tanto que especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a los otros animales o de explotarlos violando ese derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales”.
Es así como se concluye que el Parque de la Conservación es un lugar en el cual la diversidad brota de cada rincón y que la hacienda que comenzó con un cultivo de árboles ahora alberga a las especies más maravillosas de Colombia; entre ellas, jaguares, pumas, osos, primates, serpientes, insectos, entre muchos otros.
Si bien la labor del Parque ha sido magnífica, los verbos “conservar” y “preservar” no se pueden quedar solo allí; en la hacienda Santa Fe, sino que debemos integrarlos con simples actos a nuestro día a día para así mitigar el impacto ambiental y ayudar a muchas especies en vía de extinción.
Mariana Arango Trujillo