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Si vamos a hablar, en términos de moda, de algo clásico, atemporal y versátil, podemos hablar sobre el denim.
El origen de esta tela con la cual fabrican los blue jeans, parte del siglo XVII en Nimes, Francia. Por su resistencia era utilizado para hacer desde toallas, hasta para las velas de los barcos. Su popularidad fue inmediata: se exportó al resto de Europa y fue un éxito, de esta manera se empezó a conocer como “denim” (abreviatura de “de Nimes”, de donde lo importaban).

Por otro lado, el jean tuvo su origen en Estados Unidos, cuando Levi Strauss se dio a la tarea de diseñar los uniformes para los mineros de oro. Al principio, su diseño no fue un éxito en absoluto, pues usaba como tela principalmente la lona, pero al agotarse este material ensayó con esa tela de Nimes que era tan popular en Europa y con el tiempo, junto con varias modificaciones en el diseño, se convirtió en el vestuario más popular no solo entre los mineros, sino de toda la clase trabajadora. En específico, el vestuario incluía bolsillos y colgaderas que facilitaban su rendimiento en el trabajo, además, la resistencia de la tela los protegía de las lesiones en las caídas y era fácil de lavar.

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En el siglo XX estas confecciones se hicieron populares entre los jóvenes, quienes las usaban como símbolo de rebeldía hacia el sistema y su cúspide del éxito empezó a ser notoria cuando fue incluido en producciones de Hollywood y en la industria del entretenimiento en general.

Era ya una prenda de vestimenta casual usada frecuentemente por hombres y figuras importantes como James Dean que vistieron jeans en sus producciones icónicas, pero aun así era una prenda usada solo por hombres. La marca, progresista a su tiempo, sacó la línea Lady Levi’s y fue tanto su impacto que se empezó a considerar como una prenda must (que la debes tener) para mujeres y hombres en ese siglo. Era cómoda, accesible y estilizada para todos los géneros.

Se empezó a innovar. Ya no se pensaba solo en lo práctico para la clase trabajadora como al principio, sino también en el estilo: se removieron los tirantes, los bolsillos no se veían como un elemento para facilitar el trabajo, se diseñaron siluetas que se ajustaran al cuerpo… se transformó en una prenda que se ajustaba a todos los gustos, convirtiéndola en la favorita de muchos por siglos.

Pasó de ser un uniforme trabajador, a ser un símbolo de rebeldía, a ser el protagonista de Hollywood, a ser una muestra de apoyo a la clase trabajadora, a ser una revolución de vestimenta feminista, a ser un básico que todos tenemos en el clóset.

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Hoy tenemos el denim en todos los estilos, colores y presentaciones para diversos gustos: skinny, baggie, mom jeans, boyfriend jeans, high waist, wide jeans, short, overalls, jackets, tops…

En este momento el jean es considerado como la prenda más indispensable por su versatilidad; se puede combinar con cualquier otra preda: con tenis y camisa para un look cómodo y para todas las ocasiones; con una camiseta y tacones para un business casual, se puede combinar con cualquier chaqueta, blazer, con cualquier color; el límite es la imaginación y nos da la garantía de que con todo se va a ver bien. Por eso, durante siglos lo hemos usado y tenemos la certeza de que no cambiar porque vestimos de revolución sin a veces saberlo.

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Verónica Hoyos Giraldo

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