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Para nadie es un secreto que el plástico es un material que ha revolucionado el estilo de vida contemporánea. Entre sus cualidades se destaca su versatilidad y costo en diversos productos de uso común, desde el hogar, sitios de comercio incluso en el ámbito industrial.
En los inicios de la industria del plástico se habla del que fue elaborado por John Hyatt en Estados Unidos en el año de 1868. Para entonces, una empresa ofreció premiar a la persona que pudiera sustituir al marfil para poder fabricar bolas de billar. Para lo cual Hyatt inventó el material celuloide, que básicamente fue encontrar la proporción correcta de un producto llamado alcanfor, lo que terminó en un plástico de alta calidad.
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En general podemos encontrar plásticos de diferentes fuentes o materias primas, que independiente de su origen, son de la familia de los polímeros, principalmente derivados del petróleo, de los más conocidos se encuentran las poliamidas como el nylon o el policloruro de vinilo conocido como el PVC. Es por lo anterior, que su proceso de producción requiere grandes cantidades de energía no renovable, incidiendo de forma perjudicial, por ejemplo, al generar gases de efecto invernadero lo que contribuye al cambio climático. Así mismo, vemos como día a día hay grandes cantidades de este tipo de polímeros desechados al mismo océano, lo que puede reducir la vida de los ecosistemas marinos.
Aunque es un material de un amplio uso, es evidente que actualmente posee un impacto negativo en el medio ambiente, precisamente por su durabilidad, es muy difícil de degradar de forma natural, por lo que puede pasar años para que este tipo de materiales puedan ser descompuestos. Es por lo anterior que ha nacido varias iniciativas más sostenibles para realizar la transición de los plásticos convencionales a uno más amigable con el ecosistema.
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Entre las alternativas de mayor viabilidad, son aquellas iniciativas de producción de polímeros a partir de fuentes renovables, particularmente la biomasa o desechos agroindustriales. Al no emplear fuentes como derivados del petróleo, se deja de lado el uso de combustibles fósiles lo que incide principalmente en la reducción de gases contaminantes o nocivos. Por otro lado, al ser producidos con fuentes naturales, estos materiales son biodegradables o de descomposición rápida y favorece el compostaje en términos generales, evitando su acumulación por periodos largos de tiempo.
En los últimos años, se han llevado a cabo numerosas investigaciones y desarrollos, tanto de empresas de gran tamaño como pymes, en la producción de plásticos sostenibles. Dichas investigaciones han explorado materias primas como el almidón de maíz, el bagazo de caña de azúcar, el raquis de plátano entre otros, conocidos por la mayoría como bioplásticos. Estos materiales poseen propiedades similares al plástico convencional, con la bondad de generar una huella de carbono mucho menor. Adicionalmente, un punto a favor es que muchos de estos proyectos nacen de emprendimientos de carácter social.
De la mano del desarrollo de nuevas tecnologías está la educación y concientización ambiental de las personas y empresas. Considerando en primera instancia el aprender sobre el reciclaje inteligente de los plásticos de un solo uso, posteriormente adoptar prácticas de consumo sostenible tanto por los consumidores como de las empresas responsables de la producción en masa de estos plásticos.
Redacción: Alejandro Marín Sánchez /Revista La Eterna Primavera