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Por el mes de octubre en plena celebración del Halloween es común ver a niños, jóvenes e incluso adultos con máscaras; sin embargo, esta tradición no solo es gracias al tradicional 31 de octubre, pues estas tienen una participación social desde hace mucho tiempo atrás.
La palabra máscara se divide en dos sílabas “más” y “cara”, haciendo referencia a una cara de más que se añade al rostro cuando se hace uso de ella.
Las primeras máscaras de las cuales se tiene referencia se hicieron de corteza de árbol, luego evolucionaron a cuero forrado de tela y posterior se realizaron de marfil o madera para que tuvieran mayor consistencia y texturas más reales.
Los etnólogos han encontrado vestigios de máscaras que datan civilizaciones antiguas como Egipto, Grecia y Roma.
El enmascaramiento es una tradición antigua, que remonta a la escultura paleolítica y la pintura rupestre del suroeste de Europa (30000-15000 a.C.). según estudios, se han usado desde entonces en rituales, sociales y religiosos, donde los participantes buscaban representar figuras espirituales, míticas o legendarias.
En esa misma línea histórica, es factible hacer una distinción de los usos de las máscaras a partir de momentos específicos de la humanidad. Primero se utilizaban para presentar, luego para representar, después para ocultar y finalmente para mitigar enfermedades.

Foto; Carlos Peláez/ Revista la Eterna Primavera
Vestidos: Casa Luifer
Locación: Casa Quintana
Las máscaras como presentación
En la Edad Antigua, en especial en Grecia, las máscaras eran una conexión o puente entre una divinidad, y los vivos o muertos, puesto que en el momento en el que un humano se ponía una máscara de algún dios, ya no era un simple mortal, sino el dios mismo; era visto como una deidad. El cambio de identidad en ese usuario ha sido relevante para la construcción de sociedades porque ha instaurado una cultura de adoración a un dios en la Tierra. A este usuario se le eran otorgadas ofrendas y plegarias en un ritual en el que nadie recordaba el verdadero nombre del hombre detrás de la máscara del dios en cuestión. En algunas culturas se creía que el usar una máscara por mucho tiempo permitiría que el portador tomara las cualidades de la presentación de esa máscara; es decir, una máscara de leopardo inducirá al portador a imitar acciones y movimientos de los leopardos.
La representación por medio de las máscaras
Posteriormente en el Renacimiento, el teatro, y la representación escénica en general, son la muestra de la evolución de las máscaras, puesto que las personas, luego llamados actores, adaptaron las cualidades de sus máscaras o personajes a sus modos de actuar y pensar para transmitir un mensaje más verosímil. En otras palabras, el teatro se convirtió en la representación de libros, guerras e imaginarios puestos en escena a través de máscaras. En este punto es relevante mencionar que una máscara no necesariamente debe cubrir todo el rostro o tener plumas como normalmente se conciben. Una máscara es todo aquel artilugio que modifique intencionalmente la cara del actor o persona con un fin de caracterización específico.
Sin embargo, fue en la Italia del siglo XVI, sobre todo en el Carnaval de Venecia, que las máscaras fueron usadas no solo por actores, sino por todas las personas que se quisieran rebelar en contra de la estructura jerárquica de la época. Y fue en Francia, en la corte de Luis XVIII, donde las máscaras con forma de antifaces, que se llamaban “loup” (lobo), cubrían desde la frente hasta el mentón y se sujetaba con un botón en la boca. Las máscaras de satén negro eran muy corrientes e las grandes ciudades europeas, y fueran cual fueran, se convirtieron en un complemento cargado de coquetería utilizado por toda mujer de clase alta.

Foto: Carlos Peláez/Revista la Eterna Primavera
Vestidos: Casa Luifer
Locación: Casa Quintana
Lo que ocultan las máscaras
Más allá de la coquetería de las mujeres, las máscaras fueron una excusa para ocultar la identidad de las personas. Por ejemplo, en los bailes y en los eventos populares de la nobleza de los siglos XVII y XVIII, las mujeres que no eran de la nobleza podían hacerse pasar por quien quisieran con solo una máscara y un lindo vestido. Además, la intriga de no conocer el verdadero rostro de las personas era inquietante y resultaba morbosa para la época, por lo que se replicó durante muchos más años. Al mismo tiempo, las damas implementaban máscaras para ocultarse del sol y no era visto de forma curiosa llevar una máscara en vez de un sombrero.
Por otro lado, las máscaras también se utilizan para proveer de un aura de misterio a los luchadores profesionales, particularmente en México. En la lucha libre es común que los competidores porten máscaras alusivas a su nombre o apodo de luchador. También, algunos criminales suelen usar máscaras para evitar su identificación cuando cometen delitos. En muchas legislaciones penales resulta un agravante utilizarlas mientras se comete un crimen.

Foto: Carlos Peláez/ Revista la Eterna Primavera
Vestidos: Casa Luifer
Locación: Casa Quintana
Las máscaras como instrumento de mitigación de enfermedades
“Aunque las mascarillas más antiguas se utilizaron para disfrazarse, ponerse una mascarilla protectora se remonta al menos al siglo VI a.C.”, de acuerdo con BBC News. Cuando en 1917 llegó la “gripe española”, la mascarilla de Wu era mundialmente reconocida, y ayudó a mitigar en gran medida la propagación de la enfermedad, cuyos números fueron aun así terribles. Luego para 1938 se distribuyeron 35 millones mascarillas respiradoras para evitar perjuicios por los gases de la Segunda Guerra Mundial. Todos los civiles las usaban como su equipo de protección personal, como también lo fueron, y han sido, las mascarillas o tapabocas en tiempos de Covid-19.
En definitiva, la historia de las máscaras ha pasado por épocas rituales, tendencias y necesidades sanitarias, hasta mezclarse con la fiesta de Halloween. Sea como sea, es importante conocer la historia detrás de una máscara, no vaya a ser que oculte también su identidad.
Por: Mariana Arango Trujillo